SINOPSIS

 

El relato se centra en el municipio de Ilamatepeque, Santa Bárbara, una comunidad inmersa en el retraso cultural y el analfabetismo de la mayor parte de sus pobladores.

En la obra se narra la Trágica historia de los hermanos Doroteo y Cipriano Cano, los dos originario de esta comunidad y ex soldados del gobierno federal del General Francisco Morazán.

Luego de un largo periodo, los Cano decidieron regresar a Ilamatepeque, donde se llevaron una gran sorpresa al ver el fatal cambio del pueblo dominado en ese tiempo por Gervasio Lázaro.

En poco tiempo, los Cano se hicieron de renombre en el poblado, se hablaba de ellos con mucho respeto, de igual manera, recetaban a sus vecinos tradicionales remedios caseros, enriquecidos por las experiencias de sus agitadas vidas.

Plantearon posibles reformas, y fundaron una escuela, acto que no fue bien visto por los jefes del pueblo, quienes respondieron con disgusto a la sugerencia, ya que conocían sus ideas revolucionarias.

La superstición y la ignorancia de las autoridades, originó que los cano fueran condenados a morir por el simple hecho de haber seguido los ideales de Morazán, en el intento de transformar las instituciones sostenidas por la aristocracia y los sectores mas testarudos de la iglesia.

Desde ese momento, los entrañables hermanos cano, fueron catalogados como brujos y fueron acusados de perturbar el orden conservador, al ejercer la magia entre el pueblo y hacer pacto con el demonio, injuriando que tenían la capacidad de convertirse en animales para abusar de los pobladores, así como introducirles tortugas a sus enemigos para matarlos.

Como era de esperarse, la acusación terminó en un juicio en el que la única manera de pagar por el supuesto acto ilícito era en el salón de fusilamiento, a donde murieron con la frente en alto por la misma causa que asesinaron al General Francisco Morazán.

Ramón Amaya Amador nos narra la historia de dos hermanos muy humildes los cuales eran campesinos ellos participaron en las batallas lideradas por Francisco Morazán en busca de la unidad de los pueblos centroamericanos. Y que al regresar a su municipio de origen quisieron contribuir con el progreso de su pueblo, en particular de la juventud.

Ese deseo de superación fue el motivo por el cual la “reacción inquisitorial”, encabezada por el cura, el alcalde y los notables del pueblo, los acusó –aprovechándose de la ignorancia y la superstición popular– de herejes, de tener pacto con el diablo, y de haber echado una maldición de enfermedades y muerte contra los pueblos. Motivos suficientes para fusilarlos.

Al escribir esta novela Amaya Amador consideró que sería de “interés para aquellos que sustentan principios revolucionarios y democráticos” y la dedicó a “la juventud de Honduras”. Esta nueva edición de Los Brujos de Ilamatepeque va dedicada para esa juventud que hoy exige un urgente cambio de rumbo en el país, luchando en las calles, colegios; y universidades junto al pueblo en resistencia contra las retrógradas instituciones que nos mal gobiernan.





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